viernes, 9 de noviembre de 2012

¿Qué es educar?


Según la Real Academia de la Lengua Española, educar es sinónimo de dirigir, encaminar, adoctrinar”, lo que supone un claro atisbo de la idea popular acerca de la educación. Cuando se emplean estos términos para definir de manera rigurosa y oficial el término “educar”, se hace patente el modelo educativo actual. “Dirigir, encaminar, adoctrinar”, todo ello implica la figura de un superior que se encarga del aprendizaje de un alumno con un alto nivel de condicionamiento, pues ha de instruir a este en el seguimiento de unas conductas y unos pensamientos que se han de imponer sin remedio, ya que son los verdaderos, o al menos los más proliferantes. Y yo me pregunto, ¿qué espacio queda en esta definición para la libre elección del niño, para su estimulación, para la enseñanza del pensamiento crítico y reflexivo?

   A menudo concebidos como máquinas chupópteras, los niños son avasallados por inmasticables masas de conceptos y contenidos teóricos que, forzados a memorizar, probablemente nunca recordarán. Son los menos aquellos casos en los que prima una educación más práctica, más fácilmente comprensible, un modelo de enseñanza que no se base única y exclusivamente en la transmisión de conocimientos teóricos de carácter impositivo, sino que abarque además aspectos tan esenciales como la reflexión del educando sobre las ideas transmitidas, o la oportunidad de organizar un debate colectivo a cerca de las mismas.

   Personalmente, me siento bastante más próximo a la concepción de la educación que presenta Edgar Morin, según el cual, “educar para comprender las matemáticas o cualquier disciplina es una cosa, educar para la comprensión humana es otra; ahí se encuentra justamente la misión espiritual de la educación: enseñar la comprensión entre las personas como condición y garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad.” Así es, educar no se reduce, como ya he mencionado, a una avalancha de conocimientos teóricos o, como bien esgrime Morin, a la comprensión de las diferentes disciplinas, educar debe ir más allá. Por ello, es tarea fundamental de los educadores instruir a sus pupilos en los valores humanos que tan amagados parecen estar en el contexto social en que son educados. Es imprescindible enseñar y debatir conceptos de contenido práctico como la solidaridad, el respeto, la aceptación del diferente, buscando evitar la peligrosa exclusión social consecuente, el pensamiento individualizado, el crecimiento y madurez vital, los vaivenes de la experiencia humana y demás cuestiones ligadas a la condición humana, pues esto también es educar.

   Educar es, por tanto, bajo mi humilde perspectiva, la suma de una transmisión de enseñanzas teóricas imprescindibles, siempre sin sobrepasar los límites del exceso atroz y alimentando la crítica reflexiva del alumno ante dichas enseñanzas; y de la humanización del alumnado, preparándole y dándole a conocer diferentes situaciones que posiblemente hallarán en el camino de su vida, ilustrándole en la bondad, la comprensión, la generosidad y la compasión, educándoles también como personas.

"La educación debería consistir en ayudar a cada uno a descubrir su singularidad personal y a desarrollar esa cualidad y mostrarle cómo compartirla" L. Buscaglia

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